sábado, 25 de octubre de 2014

Natillas Caseras



La verdad sea dicha que los postres preparados están ricos, y algunos deliciosos pero no hay nada más suculento que los que se elaboran en casa, aunque sean más laboriosos y nos lleven un poquito más de tiempo de preparación que sacarlos del frigorífico.

Es hermoso ver como los que están a tu lado disfrutan de lo que has preparado con ese cariño especial, ese ingrediente singular que todo cocinero se guarda: el amor a la cocina. Además no me digáis que no hay nada más bonito que cuando alguien entra en casa, o en la cocina y dice la frase “hala pero que bien huele!”. A mí me encanta.



Pues eso esta receta va de aromas, de aromas dulces, a limón a canela.  Olores que me recuerdan la cocina de mi amama un sábado a la tarde, al entrar a visitarla. Esas deliciosas fragancias que ahora te llevan de golpe a la niñez, a los recuerdos, a esa amama con mandil y pelo cano que llena de amor preparaba natillas para merendar.


Las natilla son un postre casero muy recurrido por su fácil elaboración, sus ingredientes asequibles (huevos, leche, limón), pero sobre todo económicos. Me gustaría pensar que las natillas provienen de la cocina de mi amama, pero me temo que no. que no es así pero tampoco se sabe con exactitud de donde proceden. Algunas versiones opinan que de la gastronomía francés porque ha tenido  mucha presencia en las épocas doradas de este país. Hay otra versión, más extendida y posiblemente más acertada en la que se dice que sean “postre de convento”, porque siempre se han realizados suculentos postres con  ingredientes económicos  fáciles de encontrar, que sean completos en cuanto a sus propiedades alimenticias.


Bueno ya no os doy más la “chapa” y vamos a buscar el aroma de las natillas, de esas que cocinaba mi amama.


Ingredientes


1 litro de leche

 corteza de limón

8 yemas de huevo

Una pizquita de harina

Cinco cucharadas de azúcar
Canela en polvo
Galletas (tipo Maria)



Elaboración

Ponemos la leche en un recipiente la ponemos a hervir junto con la corteza de limón. Una vez cocida la retiramos del fuego y la dejamos templar.


Por otro lado vamos batiendo  las yemas del huevo, la pizquita de harina (como la puntita de una cucharada), y el azúcar hasta que se vaya quedando como una crema más o menos homogénea. Añadimos, poco a  poco y sin dejar de batir la leche colada y recién hervida. Lo hacemos despacito para que no se formen grumos en la mezcla.


Cuando tenemos ya todo mezclado, vertemos la mezcla en una cazuela y lo ponemos todo a fuego muy lento y lo removemos continuamente con un cucharon de madera. Es superimportante que el fuego este suave y que no nos hierva la mezcla.


En cuanto la natilla haya tomado espesor y  tenga ese aspecto delicioso, la vamos a repartir en varios cuencos. Espolvoreamos con canela molida  la dejamos enfriar a temperatura ambiente, y después si no la vamos a consumir al momento la dejamos en la nevera. Eso sí, os aconsejo sacarla unos minutos antes de consumirla para que se atempere antes de consumirla.



Yo siempre las espolvoreo con la canela e inmediatamente después le coloco una galleta encima, así hacia mi amama, así la parte superior de la natilla no se queda oscura ni de un feo amarillento.




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